09 Ene La semilla del ejemplo
Artículo publicado en el Huffington Post el 28/12/2018
Siempre ha habido mujeres innovadoras, siempre ha habido mujeres científicas, sabias y excelentes en su campo profesional. Siempre ha habido mujeres que, como Hipatia o Marie Curie, se han abierto camino en mundos que les parecían vedados, donde eran una minoría y se las miraba con desdén y rechazo. Siempre ha habido mujeres así, porque hay algo indomable en el espíritu humano que se manifiesta en conciencias escogidas, en personalidades fuera de lo común que son capaces de ir más allá, sea cual sea el precio.
Así que, si no hacemos nada, es muy probable que sigan apareciendo, de vez en cuando, figuras femeninas de referencia, grandes inventoras, descubridoras y científicas. La cuestión es si vamos a conformarnos con esto, si no nos vamos a hacer las preguntas necesarias. Preguntas como cuántas heroínas de la innovación se quedaron por el camino, derrotadas por unas circunstancias agobiantes que no tuvieron que sufrir los varones. Preguntas como qué habría sido de Einstein si sus padres se hubieran opuesto a que cursara estudios científicos o simplemente a que cursara cualquier estudio, algo que le sucede a no pocas jóvenes. Preguntas como cuántas vocaciones se perdieron en medio del rechazo generalizado, de los prejuicios, de los mensajes, explícitos o implícitos, de que hay ámbitos profesionales que son «de chicos» y otros que son «de chicas».