31 Jul En lo más caliente del cálido verano 2015 (I): Adís Abeba, la flor de África
Artículo publicado en El Huffungton Post el 31/07/2015
Del 13 al 16 de julio, como miembro de la Comisión de Desarrollo del PE, participé en la III Conferencia Internacional de Financiación al Desarrollo en Adís Abeba (Etiopía). No sé si calificar de sorprendente (en realidad no lo es) que los medios españoles no encontraran hueco en sus espacios informativos para dar a conocer lo que allí nos jugábamos.
Los 193 países miembros de Naciones Unidas, sus agencias, representantes de parlamentos y gobiernos de todo el mundo y multitud de ONGs internacionales confluían para establecer el marco político y económico que debe permitirnos acabar con la pobreza a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que, en los próximos 15 años, serán el foco de la agenda de desarrollo en todo el planeta.
Bien es cierto que, en esa semana febril, los acuerdos de la Eurozona con Grecia y de EEUU con Irán coparon hasta la extenuación y el desmayo cualquier resquicio de información y de opinión… «Es que para Europa, Grecia es muy importante», me dirán. Desde luego, lo es. Pero la UE y sus Estados miembros somos el mayor donante mundial de ayuda al desarrollo.
Los 86.000 millones de euros acordados para rescatar a Grecia pesan mucho, muchísimo. Pero, ¿saben ustedes cuánto hemos destinado a desarrollo sólo en estos dos últimos años? 115.000 millones. Y eso contando con una reducción generalizada de las aportaciones de los gobiernos nacionales. Aunque esperamos (y nos hemos comprometido a) lograr el objetivo del 0,7% del PIB de los Estados miembros no más tarde de 2030.
«Sí, pero el desarme nuclear es estratégico». Y tanto. No más, sin duda, que el futuro de los 60 millones de desplazados y refugiados en todo el mundo, o posibilitar el acceso a la educación a más de 50 millones de niños sin escolarizar, o garantizar agua potable y saneamiento (un derecho humano reconocido, por cierto). Hay 1.000 millones de seres humanos sin acceso a un retrete, por ejemplo. Sí, han leído bien: 1.000 millones. Imaginen lo que significa en términos de salud global.