Balance sentimental del 13 y propósitos para el 14

08 Ene Balance sentimental del 13 y propósitos para el 14

Desde hace una docena de años, cuando conocí la superstición y disciplina de Isabel Allende de comenzar una novela cada 8 de enero, yo doy comienzo a mi año (con novela o no) justo en esa fecha. Arranco un proyecto, un empeño o pongo de largo una idea. Lo cierto es que empecé mis tres novelas en esa fecha (“puede que no esté en mi mano decidir cuándo finalizan las cosas, pero soy yo quien determina en qué momento comienzan”, decía mi Miriam en una de ellas). Tengo una relación juguetona y peculiarmente ritual con algunas supersticiones que me van bien, y, como tampoco puedo quejarme de disciplina, adopté con entusiasmo esta costumbre.

Al momento de balance del año que concluye, se une indefectiblemente el de la determinación esperanzada de libro cuasi en blanco del que entra. Aupándose de puntillas sobre las piedras lustrosas que han marcado la travesía del año finalizado.

2013 ha sido (cuál no lo es, en realidad…) un año peculiar. Raro, intenso, agotador, estimulante. Yo espero que 2014 sea, como mínimo, igual de exigente y retador. Pero como de lo que se trata ahora es de decidir un mapa (que no hoja de ruta, por Dios), me gustaría concentrar en cuatro coordenadas los principales aprendizajes del 13 para marcar los puntos de camino del 14. Todo muy del corazón, eso sí.

Las pérdidas y los reencuentros
El año comenzaba con la despedida de mi querida tía nonagenaria, encarnación pura de una generación de mujeres imbatibles, y con el nido vacío que mi polluelo volvió a ocupar en verano, enflaquecido y con las alas un poco dañadas… pero listo para recuperarse y convertirse en el formidable halcón joven que ya va siendo.
Organizar y lograr el reencuentro con mis compañeras de colegio, treinta años después, ha supuesto sin duda uno de los momentos más luminosos del año y de mi vida. Volver a los 17 después de pasar un siglo… What a feeling! Una explosión de sentimientos, recuerdos y alegría pura. Que 30 años no es nada 🙂 También lo fue celebrar mi 47º cumpleaños con una legión de formidables amigas que me honran con su cariño incondicional… y compartir la Nochevieja y Año Nuevo en Sevilla con mis amigos recuperados de los 80, siempre tan cerca y tan lejos, otra bendición.

Los retos y los descubrimientos
A medida que te haces mayor, la lista de las cosas que sabes que ya no harás va creciendo vertiginosamente… aunque a veces uno se empeña en acrecentarla de forma innecesaria, porque resulta que hay cosas que todavía puedes hacer. Desafíos (mínimos, algunos) a los que aún puedes plantarle cara. Yo comencé 2013 rompiendo el lacre de un enigma: la escala musical. Todavía con el mismo respeto boquiabierto, pero ahora veo las teclas del piano de otro modo… y hasta soy capaz de ejecutar (torpemente) una partitura sencilla. También desempolvé esa hermosa caja de música de mi francés del colegio. ¿Saben? Chirría un poco, pero aún funciona. Y estos dos pequeños retos superados me han hecho muy feliz.
Los lugares no son solo escenarios donde ocurren cosas. Algunos tienen alma propia, y son custodios de los latidos de la vida y de la historia. No hay nada como viajar y escucharlos… Este año ha sido el de la sorprendente Marsella y la maravillosa Aix-en-Provence al primer sol de marzo. Y el de Cracovia, la inefable, hermosísima y demoledora Cracovia. Un año para descubrir Nerja, Rillo de Gallo y Pontevedra. Y para redescubrir Altea, Comporta, Coruña, Santiago, Málaga y Sevilla…

Los acontecimientos
Bodas, nacimientos y funerales siguen siendo hitos que marcan, a fuego en ocasiones, lo que somos y en qué nos vamos convirtiendo. Y aunque algunas bodas son un compromiso insufrible, otras se convierten en un recuerdo fragante para siempre. La boda de Julio y Raquel en el Pazo do Faramello constituye sin duda una de estas últimas. Fue mágica, emocionante, especial. Y un honor impagable ser su testigo y glosar su hermosa historia de amor en el Romance de la Reina Celta y el Caballero del Este.
Incontables los actos y eventos de este año que acabó: combativos, celebrativos, motivadores unos. Pedagógicos, divulgativos, reflexivos otros. Yo diría que imprescindibles todos. Pero ninguno con la carga de esfuerzo, de sentido, de responsabilidad y de futuro como el 2º Congreso de UPyD. Oro puro. Y un verdadero privilegio ser parte.

Las tareas y las misiones vitales
Hay empeños diarios, mensuales, anuales… y otros de toda una vida. Yo diría que, hoy por hoy, son tres los de este tipo que, entrelazados, vertebran la mía desde hace seis años:

El servicio a la ciudadanía a través de la política: he de decir que en 2013 la vivencia 24/7 se ha hecho carne y ha habitado en mí… y así seguirá siendo. Porque ya lo sabemos: se trata de hacer posible lo que es necesario.

La visibilización del suicidio y el compromiso en su prevención: a pesar de que el avance efectivo a nivel institucional aún está por concretar un año después de la primera iniciativa legislativa unánimemente apoyada por el Congreso de los Diputados, la grieta ya está abierta y la pelea va a continuar. Mi agradecimiento infinito a Carlos Alsina e Isabel Gemio por sus entrevistas en Onda Cero con ocasión del Día Mundial para la Prevención del Suicidio 2013.

La escritura: porque “las ficciones son nuestra rebelión, el emblema de nuestro coraje…”. Rosa Montero, mi admirada Rosa Montero, me ha devuelto al placer de la lectura, y ha desatascado el de la escritura. De la mano de Marie Curie, eso sí, me ha mostrado generosamente una nueva perspectiva para abordar, cuando llegue el momento (que llegará, sin duda) la doliente historia de Teresa Wilms Montt.

No es mucho, ¿no? O puede que sí… El caso es que éstas son las piedras que marcan mi camino. Éste es el río y el mapa. De modo que marquemos ya algunos puntos:

2014: Cuidar con esmero a los que permanecen a mi lado y me regalan la vida compartida. Disfrutar de los niños y la fiesta de su risa. Conocer Lyon y el Mont Saint Michel. Y quizá, quién sabe… ¿Japón? Aprender a montar en bicicleta. Participar (online al menos) en el Congreso Mundial de Prevención del Suicidio. Leer una novela al mes. Retomar mis notas sobre Teresa e investigar los detalles de sus años en Madrid. Y mantener el espíritu fuerte y el ánimo alto para el trabajo diario por un bien mayor. Con “nobleza, dignidad, constancia y cierto risueño coraje”, que decía Hannah…

Bienvenido, 2014.