El Consejo Europeo, el elefante en la habitación

29 Abr El Consejo Europeo, el elefante en la habitación

Traducción del artículo publicado en L’Opinión el 28/04/2019

Terminamos una legislatura europea que ha traído transformaciones muy profundas y acontecimientos inesperados: el referéndum y la negociación del brexit, la victoria de Trump, la crisis de los refugiados, el auge de partidos nacionalistas y populistas, la victoria en Francia de Emmanuel Macron, la amenaza de la desinformación, lo que ahora sabemos de los gigantes tecnológicos que nos ha llevado a ver a Facebook, Amazon o Google con otros ojos.

Estas transformaciones no son nada en comparación con las que están por suceder. ¿Cómo será nuestra relación con China? ¿Qué ocurrirá con la OTAN? ¿Hasta qué punto la inteligencia artificial afectará al empleo y a la economía? ¿Hemos entrado en un proceso de “desglobalización”? ¿Qué pasará con África? ¿Y con América Latina? Y lo más importante: ¿cuál será ese acontecimiento que no podemos ni siquiera prever hoy y que nos hará plantearnos hasta lo más elemental?

Las personas que servimos en instituciones europeas sabemos que estos son desafíos muy complejos incluso desde el nivel comunitario, incluso con las herramientas con las que cuenta la Unión. No digamos ya desde el nivel nacional. Ni siquiera el más poderoso de los países europeos, Alemania, está en condiciones de asumir estos desafíos con garantías. Por eso todo el mundo dice que las elecciones del próximo mes de mayo serán cruciales. Yo también lo creo y también lo he dicho. Pero tal vez sea hora de matizarlo.

Entre el 23 y el 26 de mayo los europeos elegiremos un nuevo Parlamento del que también saldrá una nueva Comisión. En cambio, el Consejo Europeo seguirá siendo básicamente el mismo. No nos engañemos: la Unión sigue siendo prisionera de los gobiernos nacionales. No resto importancia al trabajo de los eurodiputados (yo misma lo seré hasta el mes de junio) y de los comisarios. Pero la principal reforma que necesitamos atañe, precisamente, al Consejo.

Hay muchos asuntos políticos de interés para el futuro. Podríamos hablar de defensa y seguridad, de innovación tecnológica, de fiscalidad, de igualdad. Sin embargo, si queremos tener opciones de cambiar, si no deseamos terminar frustrados con la Unión, deberíamos revisar su arquitectura, y en particular el papel del Consejo. La regla de la unanimidad que se aplica en tantas decisiones es un terrible lastre que nos impide implantar las políticas que necesitamos y asumir así el papel que Europa tiene en el mundo actual. Es como un bloque de cemento al que estamos encadenados. Mientras no nos libremos de ella, mientras no reformemos el Consejo, todo lo que hagamos llegará tarde y será insuficiente.

Me preocupa que no se esté hablando suficientemente de esto. Desde luego, no se hace en mi país, España, ni siquiera durante la campaña electoral nacional de estas últimas semanas. El primer paso para que se pueda reformar el Consejo Europeo (y con él la Unión) es otorgar a este debate la importancia que merece. No podemos ignorarlo simplemente porque es complejo o porque nadie sabe cómo afrontar la reforma. Espero de los candidatos europeos que sean capaces de hablar de ello con franqueza.

Beatriz Becerra es vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE). Es autora de Eres liberal y no lo sabes (Deusto).

Ver artículo en L’Opinion