22 Abr Plegarias atendidas
Artículo publicado en El Mundo el 22/04/2019
Ahora que estoy concluyendo estos cinco años-luz en el Parlamento Europeo, mi impresión es la de haber asistido a una transformación política de alcance mundial cuyas más profundas consecuencias todavía están por asomar. Cuando llegué a Bruselas, a mediados de 2014, seguían abiertas las heridas de la gran recesión. Europa todavía trataba de decidir qué hacer con Grecia y su gigantesca deuda. ¿Recuerdan a Varoufakis, ese ministro de finanzas con hechuras de rock star? Era también el peor momento de la crisis migratoria provocada por la guerra civil en Siria, una crisis que no hemos sabido resolver hasta la fecha. En 2016 se produjeron dos terremotos: el referéndum del Brexit y la victoria de Donald Trump. Parecíamos al borde de un apocalipsis nacionalpopulista, pero en 2017 Wilders perdió en los Países Bajos, Macron sorprendió en Francia y Merkel repitió como canciller en Alemania. Un año después llegó un Gobierno populista a uno de los países fundadores: Italia. En este periodo, la crisis venezolana se tornó catastrófica, tomamos conciencia del problema de la desinformación y empezamos a mirar a Facebook con desconfianza.
En España, las sacudidas no han sido menores. Se fue el bipartidismo, aunque PP y PSOE salvaron los muebles; tuvimos dos elecciones en seis meses seguidas de un bloqueo político resuelto en el último minuto con un levantamiento socialista contra Pedro Sánchez; pareció, en algunos momentos, que Iglesias primero y Rivera después podrían llegar a La Moncloa; hubo un intento de golpe de Estado en Cataluña con aplicación posterior del artículo 155; Sánchez no sólo recuperó las riendas del PSOE, sino que alcanzó la presidencia tras el triunfo de su moción de censura con el apoyo de los secesionistas; dejamos de ser una excepción europea cuando irrumpió Vox, un partido de extrema derecha; y ya estamos de nuevo a las puertas de otras elecciones. El tiempo vuela.