24 Ene Practicies: La ciudad en el corazón de la prevención de la radicalización. Tres ciudades, tres casos de estudio

Galería de fotos de la presentación de Practicies

Este miércoles 24 de enero fue presentado en el Parlamento Europeo el programa Praticies de la Red Europea para la prevención de la Radicalización Violenta en las Ciudades, que busca aportar fundamentos para fortalecer las estructuras locales en la prevención de las políticas de radicalización.

Dicha presentación contó con la exposición de tres exitosos casos de estudio de ciudades líderes en la prevención de la radicalización como lo son Schaerbeek (Bélgica), Málaga (España) y Niza (Francia).

Este proyecto persigue aunar los esfuerzos de la investigación académica, política y social en materia de radicalización y cuenta con el apoyo y financiación de la Unión Europea. Dentro de su consejo asesor se encuentran personalidades como la eurodiputada y exministra francesa Rachida Dati, la eurodiputada Beatriz Becerra, el especialista en terrorismo y procesos de radicalización Fernando Reinares, investigadores de prestigiosas universidades europeas, miembros de ayuntamientos de grandes ciudades y colaboradores de diversas instituciones públicas y privadas.

A continuación, la intervención de la eurodiputada Beatriz Becerra:

 

Estimadas diputadas, estimados invitados, amigos y amigas, muy buenos días a todos y bienvenidos a vuestra casa, el Parlamento Europeo.
En primer lugar quiero agradecer el enorme esfuerzo de los promotores de este proyecto. Para mí es un honor formar parte de Practicies e impulsar un asunto clave, dentro de la lucha contra la radicalización y el terrorismo, como es la creación de una red europea en materia de investigación e identificación de las mejores prácticas en materia de lucha contra la radicalización. Me parece una oportunidad única y no escatimaré esfuerzos en ayudar a la consecución de dicha labor.
Terminando con los agradecimientos, quiero hacer uno especial a Seraphin, a Rut, a Arantza, a Julio y a Bernard como reconocimiento a su implicación y ardua labor para dar vida a Practicies. Practicies es un proyecto clave que cuenta con el partenariado de 9 universidades europeas, 10 ciudades (entre ellas la mía, Madrid) 8 empresas y asociaciones y 6 instituciones públicas (como el Ministerio del Interior de España). Además el advisory board está formado por personalidades académicas del más alto nivel, con referentes como Fernando Reinares en España, por mencionar a uno de los expertos que mejor conozco. Por último querría mencionar también a mi colega Rachida Dati, la otra diputada que forma parte del advisory board y que no ha podido finalmente unirse a nuestra sesión pero que estará plenamente disponible para garantizar el éxito del proyecto.
Estamos aquí para abordar un problema social grave que necesita una respuesta institucional, académica, política y social urgente. En un mundo globalizado, ante problemas globales, las respuestas no pueden ser locales. Ni siquiera nacionales. Tienen que ser respuestas globales pero gestionadas localmente. Piensa en global, actúa en local. Esa es la idea que impulsamos en Practicies.
Hace tiempo que dedico buena parte de mi trabajo como eurodiputada al impulso de políticas que fomenten la prevención, detección y desactivación de los procesos de radicalización. Por eso decidí hace apenas un año crear la plataforma AWARE: la primera red de mujeres contra la radicalización y el extremismo (AWARE por sus siglas en inglés). Pretendemos convertirnos en un punto de reunión de las decenas de valiosas iniciativas que se están llevando a cabo en toda Europa, de modo que puedan compartir información, conocimiento y buenas prácticas.
Precisamente la fusión y conexión de iniciativas como AWARE con Practicies son la clave del éxito, y eso es lo que representa Practicies: a European network capable to mobilise European cities and researchers from the fields of humanities, social sciences and more to offer new methods and approaches to understanding the phenomenon of radicalisation leading to violence and to build new prevention tools and practices.
PRACTICIES es una iniciativa necesaria. Es una idea pionera, cuyo principal logro es poner en común algo crucial: el trabajo y conocimiento, es decir, las sinergias de las administraciones e instituciones públicas, del sector privado y de la sociedad civil para prevenir y sensibilizar sobre el discurso del odio y la radicalización.
La cuestión que abordamos en este grupo de trabajo es la siguiente: How could the EU support local structures in the prevention of radicalization policies?
La UE aprobó en 2005 la Estrategia de la UE para la lucha contra el terrorismo, con sus cuatro pilares de prevención, protección, persecución y respuesta, y las distintas actualizaciones de las respuestas a los nuevos desafíos relacionados con la radicalización y el terrorismo. A las respectivos gobiernos nacionales correspondía, solos o conjuntamente, cumplir con lo acordado e implicar en ello a entidades de la sociedad civil.
Algo más de diez años después es evidente que esos esfuerzos no han sido los esperados. La Estrategia de la Unión Europea para combatir la radicalización y el reclutamiento terrorista ha fracasado en su aplicación a estas segundas generaciones a las que, precisamente, estaban dirigidas. En los últimos años se han desarrollado muchas otras iniciativas, como por ejemplo en el Parlamento la Resolución de 25 de noviembre de 2015 sobre Prevención de la radicalización y el reclutamiento de ciudadanos europeos por organizaciones terroristas o o la Iniciativa sobre prevención juvenil, Preventing and countering youth radicalization in the UE, publicada en el año 2014, que constatan una efectividad moderada. Se subrayan tanto las grandes variaciones entre los distintos Estados miembros a la hora de asumir la responsabilidad de contrarrestar la radicalización y el reclutamiento terrorista como la urgencia de emprender una acción europea concertada para contener y prevenir con eficacia esos procesos.
Lo peor es que en las Instituciones Europeas, al igual que en el seno de los países de la UE, está generalizada la confusión acerca de cuál es la auténtica naturaleza del problema y lo que debe hacerse al respecto. Apremia, en este sentido, repensar el concepto mismo de radicalización, para aclarar si las medidas que hay que adoptar ante dicho proceso pretenden únicamente evitar que haya individuos implicados en actividades terroristas o tratan también de hacer frente a visiones rigoristas y extremistas del credo islámico, como las salafistas u otras similares, cuyas actuaciones provocan la segregación de colectividades enteras de musulmanes en el interior de las sociedades europeas, así como fracturas entre musulmanes y no musulmanes que explotan los terroristas.
Cuando hablamos de lucha contra el terrorismo, y en particular, como vamos a hacer, de radicalización, no debemos caer en la tentación de reducirlo a un problema técnico de seguridad. Que sin duda lo es, pero que también apela a los más profundos cimientos de la Unión Europea. Porque cuando un joven nacido y criado en Europa deja a su familia, a sus amigos y su país para marchar a Siria o Irak e integrarse en las filas de la más abominable organización terrorista, esto no sólo nos asusta, sino que nos desconcierta. ¿Cómo es posible?, nos preguntamos. ¿Estamos fallando en algo? Si en lugar de viajar a Oriente Medio permanece en su país para asesinar compatriotas el miedo y el desconcierto aumentan. Y cuando quien lo deja todo es una chica joven que se somete a una vida de sumisión sin derechos, sencillamente no podemos entenderlo. Y este es uno de los retos: entender y hacer entender.
No, no se trata sólo de un problema de seguridad. Son un fracaso de los valores europeos. Un fracaso que explica fenómenos muy diferentes a la radicalización, como el creciente populismo o la xenofobia. Y es un problema que apela, sin duda, a las fuerzas de seguridad y a los servicios de inteligencia, pero también a todas las instituciones políticas responsables de impulsar la construcción europea, el sueño europeo de libertad, igualdad y fraternidad.
La Comisión Europea también promueve grupos de expertos para detectar y difundir mejores prácticas contra la radicalización en Europa: se trata de la Red de planificación de políticas sobre polarización y radicalismo (PPN) y la red de conocimiento de la radicalización (RAN). Sin embargo, mucha de la información que generan estos grupos no es pública. Es preciso que se comparta y además que se designe un experto por Estado para que sea el encargado de difundir la información en su país. Otro problema es que no existe una verdadera estructura organizada y coordinada para orientar y homogeneizar las mejores prácticas de todos los Estados miembros. Existen muchos intercambios de información y mucha financiación para distintos proyectos ad hoc. Existen redes, pero sin una guía unificada y común. A pesar de que en la RAN existe un grupo de trabajo dirigido a los entes locales, no existe una visión a largo plazo para coordinar y crear una estructura europea que desarrolle una verdadera política europea de ciudades contra la radicalización. Y esta es la clave.
En todo este asunto algo que la Unión Europea debería de hacer, algo imprescindible y necesario, es crear una estructura común, que podríamos llamar para entendernos una “Plataforma Europea de Ciudades Contra la Radicalización”. Esta Plataforma debería servir para dar soporte a la coordinación de los agentes locales a nivel europeo y para establecer unas políticas comunes, con una monitorización, un control y un seguimiento permanente. Su importancia en la prevención y lucha contra la radicalización es vital.
Por último me gustaría también apelar a la necesidad de crear estructuras europeas en todos los ámbitos de la lucha contra la radicalización. En este sentido es vital crear un servicio de inteligencia común, donde se eliminen las trabas burocráticas y donde se comparta toda la información relevante. Todo esto facilitaría mucho la labor de detección y prevención de los ayuntamientos. Por supuesto, de aquí se deriva la necesidad de una política de defensa verdaderamente común, tal vez con un ejército europeo. Y, naturalmente, necesitamos una política exterior común mucho más ambiciosa y potente que la actual. Son retos políticos que nos remiten a una mayor integración europea y de los que podríamos hablar largo y tendido, pero que exceden el propósito de este acto.
Existen pues las bases académicas, las iniciativas y la voluntad de muchas personas de implicarse en esta causa. Pero nos falta coordinación e impulso institucional para crear una verdadera política europea contra la radicalización, que sistematice, comparta y replique los casos de éxito y la experiencia acumulada de multitud de personas, organizaciones y ayuntamientos.
Practicies es un buen punto de partida pero necesitamos seguir creando esa verdadera política europea de ciudades contra la radicalización.

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