14 Feb Aprobado mi informe sobre igualdad de género en salud mental e investigación clínica

El pleno de la Eurocámara pidió hoy que los ensayos clínicos tengan en cuenta la cuestión de género y distingan entre los efectos secundarios que los medicamentos pueden causar a hombres y mujeres, con mayor incidencias de enfermedades mentales como la depresión.

En un informe del que fue ponente la eurodiputada española independiente liberal Beatriz Becerra, reclamaron la necesidad que los ensayos clínicos de medicamentos se realicen tanto con hombres como con mujeres y que los medicamentos indiquen en sus etiquetas si en sus ensayos clínicos hubo representación femenina y si los efectos pueden variar. (Ver noticia completa)

Mi intervención completa:

Muchas gracias, Presidente. Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a los ponentes en la sombra, a sus asistentes y asesores de los grupos políticos, porque han contribuido a llevar este informe mucho más allá de lo que en un primer momento planteaba. Un gran trabajo conjunto en favor de la igualdad de derechos.

Cuando hablamos de desigualdad de género, tendemos a pensar en la sonrojante brecha salarial, en la ridícula presencia de mujeres en puestos de decisión, o en la gran lacra que nos avergüenza: la violencia de género, ya sea física o psicológica. Pero pocas veces pensamos en cómo esta desigualdad afecta a nuestra vida diaria, a nuestro bienestar, a nuestra salud, y en especial a la salud mental.

¿Sabían ustedes que la investigación biomédica y los ensayos clínicos sobre medicamentos y tratamientos no tienen en cuenta que la mitad de la población somos mujeres? ¿Que no tienen en consideración las diferencias biológicas, fisiológicas y psicológicas entre hombres y mujeres, más allá de sus aparatos reproductores?

Tomé conciencia de este problema hace un tiempo cuando, en una visita a un hospital, una enfermera me contó su experiencia. El personal del hospital estaba preocupado porque no entendían por qué muchos pacientes que habían superado un ataque al corazón regresaban al hospital en un año y fallecían poco después. Las mismas condiciones higiénicas, los mismos mecanismos de seguimiento… Se habían tenido en cuenta historiales médicos, precedentes familiares y otros factores de riesgo. Pero les llevó tiempo percatarse de que la mayoría de los enfermos que recaían y fallecían eran mujeres. Porque las enfermedades cardiovasculares son más frecuentes en mujeres que en hombres. Y la investigación previa adolecía de ese enfoque.

En la salud mental se observa muy bien el problema: existen diferencias de género considerables en los patrones de las enfermedades mentales, en especial las más comunes. La depresión y la ansiedad, por ejemplo, trastornos del ánimo que cualquiera de nosotros conoce de primera mano, tienen una prevalencia casi tres veces superior en mujeres que en hombres.

El informe que hoy debatimos aborda sin temor estas cuestiones y otras igualmente relevantes, como los efectos devastadores y de por vida que la violencia de género tiene en la salud mental de las víctimas. Como los prejuicios que aún existen sobre las personas LGTBI que los condenan a una salud mental deteriorada. Como la necesidad imperiosa de aplicar las directrices sobre protección y apoyo de la salud mental y el bienestar psicosocial de los refugiados, solicitantes de asilo y migrantes en Europa.

Pero cuando hablamos de igualdad de género y salud, es imprescindible que hablemos sin ambages del aborto. La objeción de conciencia de los médicos no puede poner en riesgo la salud y la libertad de una mujer que solicita una interrupción voluntaria de su embarazo. Es sencillamente inaceptable que en Italia, por ejemplo, más de un 70% de los médicos se nieguen a practicarla hoy, a pesar de estar amparada por la ley. Queremos asegurar que haya un número mínimo de profesionales de la salud disponibles para realizar estas intervenciones médicas, que garanticen el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva en todos los países de la Unión de acuerdo a los estándares legales en vigor.

La Unión Europea está obligada por sus tratados a garantizar la protección de la salud humana como parte de todas sus políticas, y a colaborar con los estados miembros para mejorar la salud pública, prevenir las enfermedades y eliminar las fuentes de peligro para la salud física y mental.

En definitiva: es una responsabilidad jurídica y social de TODOS los responsables políticos integrar plenamente las necesidades específicas de las mujeres, la mitad de la población, a la hora de definir las políticas públicas de salud y de servicios del sector sanitario, a escala europea y nacional.

Muchas gracias.

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