París-Teherán: un viaje en el tiempo

11 Abr París-Teherán: un viaje en el tiempo

Artículo publicado el 09/04/2016 en El Confidencial

Hace apenas dos meses, el presidente Rouhani realizó una ‘tournée’ europea tras la firma del acuerdo nuclear y el levantamiento de sanciones a Irán. Recordarán ustedes cuánto sorprendió que Italia, cautivada como otros de sus colegas europeos ante la perspectiva de un nuevo mercado de 80 millones de clientes, no dudara en cubrir sus estatuas desnudas con paneles blancos para «no ofender» al régimen fundamentalista por antonomasia.

Esta semana hemos conocido que Air France anunciaba con alborozo la reanudación el próximo 17 de abril de su línea París-Teherán con tres vuelos semanales, tras ocho años de suspensión por las sanciones internacionales contra el régimen iraní. Y, como peaje inseparable, la dirección de la compañía comunicaba a su personal femenino «la obligación de llevar pantalones y mangas amplias que cubran todo el cuerpo, y de cubrirse el pelo con un velo desde su salida del avión y hasta que lleguen a su hotel». Ante las reacciones inmediatas, la empresa accedió a que sus trabajadoras pudieran elegir no tripular esos vuelos, siendo asignadas a otros destinos… sin ninguna seguridad de que esa decisión no fuera a repercutir en su futuro laboral. Pero hay más: la ministra de los Derechos de las Mujeres, Laurence Rossignol (es decir: el Gobierno francés), se mostró “satisfecha” con la solución acordada a toda prisa entre la dirección y los sindicatos.

Este caso ha saltado a los medios, pero personal de Air Europa me informa de que esto ocurre de manera habitual cada año cuando fletan vuelos chárter a Arabia Saudí para llevar peregrinos a La Meca. Muñecas, pelo y tobillos cubiertos, pantalones holgados. No solo a bordo, sino también en los hoteles. Y siempre al menos tres pasos detrás de sus compañeros masculinos.

Para cualquiera de nosotros, ciudadanos de estados democráticos de derecho, se trata de una evidente discriminación por razón de sexo, incompatible con los valores y leyes europeas que protegen de forma expresa e incuestionable el principio de igualdad. Ninguna ley europea impedirá que la tripulación de una línea aérea iraní vista con velo. Pero Irán logra imponer sus códigos a nuestras empresas. Y nosotros lo aceptamos.

Tenemos que preguntarnos qué y cuánto estamos dispuestos a sacrificar a cambio de lograr contratos petroleros y abrir hoteles en países regidos por dictaduras. Porque si es parte del precio de entrada al mercado iraní no solo renunciar a exigir la libertad de las mujeres iraníes, sino permitir imponer a las mujeres occidentales las condiciones de los tiranos… yo no lo puedo aceptar.

Por eso le he pedido a la Comisión Europea, guardiana de los tratados, que se pronuncie de manera inmediata y contundente al respecto. Que me confirme si considera o no discriminatorio que una compañía europea como Air France pueda exigir a sus trabajadoras una indumentaria impuesta por la ley islámica: la que rige en un Estado acusado por la comunidad internacional de violar sistemáticamente los derechos y libertades de las mujeres. Que me especifique si, ante el levantamiento de las sanciones y la reanudación de las relaciones comerciales con Irán, estima o no necesario adoptar acciones concretas para garantizar que se respeten los estándares europeos en materia de igualdad.

Resulta, además, que la víspera de la reanudación de esta línea, el 16 de abril, la Alta Representante y Vicepresidenta de la Comisión Europea, Federica Mogherini, viajará a Irán acompañada por varios comisarios. Varios eurodiputados le hemos pedido por escrito la garantía de que, en la agenda política de la UE, prevalecerá la exigencia de protección de los derechos humanos y libertades fundamentales en Irán, por encima de cualquier otra consideración a la hora de establecer los términos de la nueva etapa de relaciones.

Porque el auténtico problema, evidentemente, no es el velo. Maryam Rajavi, la presidenta del Consejo de Resistencia Iraní, lo llevaba cuando me acompañó recientemente en el Parlamento Europeo para presentar la exposición sobre la opresión de sus mujeres bajo el régimen fundamentalista de su país. Y lo llevaba porque tal fue su decisión y porque las leyes europeas lo permiten. Las mujeres que viven en Irán no tienen esa libertad. Ni esa, ni ninguna otra. Por eso resulta descorazonador que una empresa europea asuma la falta de libertad e imponga a sus empleadas (y solo a ellas) un código de vestimenta ‘ad hoc’ para volar a Teherán.

El vuelo de Air France París-Teherán puede convertirse en un hito científico sin precedentes. Los pasajeros tal vez viajen en el espacio, pero las tripulantes de cabina viajarán también en el tiempo: al Medievo concretamente.

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