#UPyD11J: mi voto extraordinario

09 Jul #UPyD11J: mi voto extraordinario

Hay cosas que no pueden decirse, es cierto.

Pero precisamente aquéllo que no puede decirse es lo que debe ser escrito.

María Zambrano

 

En el Congreso Extraordinario de UPyD de este sábado 11 de julio no voy a elegir familia, porque ya la tengo. Si bien es cierto que a muchas de las personas que componen mi partido las quiero tanto como si fueran parte de ella. Tampoco voy a elegir amigos, porque ya los tengo. Aunque muchos de ellos, de todo carácter y procedencia, se han convertido en tales gracias a lo compartido en UPyD.

Voy a elegir a quien, tras un proceso feroz de análisis y valoración con el que no les voy a aburrir, considero que reúne más atributos para lograr un objetivo: poner en marcha un plan operativo de emergencia para que UPyD no se extinga.

Para invertir la tendencia a cero que parece imparable.

Para conseguir los recursos estratégicos y tácticos, económicos, humanos y mediáticos que posibiliten a UPyD lograr un dorsal para la carrera definitiva, que son las elecciones generales de fin de este año. Para evitar ser desahuciados de la institución clave para nuestra supervivencia política e institucional, que es el Congreso de los Diputados.

Seguro que hay infinidad de personas que han reflexionado tanto como yo, pero no más. Que aducen tanta entrega y dedicación al proyecto como yo, pero no más. Y seguro que hay quien obviará cualquier tipo de razón u argumentación objetiva para clasificarme, en esa tan humana tendencia a etiquetar y agrupar. Pero eso es inevitable y depende de cada cual.

Hay quien me ha recriminado no posicionarme públicamente en estos últimos meses. Puedo comprenderlo, pero, desde luego, no lo comparto. Es mucho más fácil acogerse al abrigo del grupo, sean quienes sean los que consideres los tuyos, agitarse, abrazarse, reforzarse, que mantener la soledad, sobre todo cuando toca vadear aguas fangosas. Acertada o no, ha sido mi elección meditada y responsable.

No estoy en ninguna candidatura porque considero que dar certezas, con un trabajo sólido y continuo, es el mayor valor que puedo aportar a este partido. Mi faro es mi programa, y mi responsabilidad representar a los ciudadanos que lo han votado.

No estoy en ninguna candidatura, además, porque, como miembro del Consejo de Dirección durante cinco años, soy corresponsable de todos los errores cometidos, y humilde partícipe de los aciertos. Especialmente como Responsable de Comunicación, dedicada a tiempo completo y en cuerpo y alma durante todo ese tiempo, asumo, cómo no, todos los fallos, especialmente el no haber conseguido que Comunicación fuera la Comunicación como yo la entiendo, integral y estratégica. Puede que me equivocara en el cómo o en el cuándo, o que no me esforzara lo suficiente en romper el statu quo, los prejuicios y las justificaciones organizativas. No obstante, reivindico y recuerdo los logros objetivos, detallados en el balance de resultados que presenté para el Congreso de 2013. No es bueno perder la perspectiva ni olvidarlo.

Resultaría ocioso detallar aquí las zozobras vividas desde que tuve que dejar el Consejo de Dirección en el verano de 2014 cuando me incorporé a mi tarea en el Parlamento Europeo. El apartamiento, la impotencia y la incapacidad de comprender o intervenir, hasta asistir a la trinchera última, el desenfrenado escarnio de los medios y la más inconcebible pulsión autodestructiva, cuajada de errores escandalosos y sorpresas indignantes.

En los últimos tres meses he escuchado y pedido explicaciones directas a docenas de personas, conjugado puntos de vista, razones, versiones e interpretaciones, sin perder de vista los hechos incontrovertibles. Con la libertad profunda de pensar en el futuro del partido y en el bien común, sin interés personal que la limite.

Como ustedes entenderán, las conclusiones han tenido que ser de calado como para que, contra toda asunción previa, mi decisión final sea votar a la candidatura de Irene Lozano.

Voy a votarla por concreción de programa de emergencia y por visión analítica de la realidad. Por determinación y liderazgo. Y por competencia profesional e instrumental para darle la vuelta a la organización y la comunicación de UPyD.

Es inútil cualquier intención de convertir mi decisión de voto en el Congreso Extraordinario en una toma de partido entre Rosa, el alma de todo, mi referente, el ejemplo de toda una vida, la que ha cambiado sin discusión posible la historia política de España, a cuyo servicio me he entregado con devoción absoluta desde que la conocí en 2008, e Irene, la periodista admirada que se convirtió en colaboradora y amiga, la profesional independiente tornada en diputada revelación, la que ha elegido armas para presentar batalla, la que no se resigna y está dispuesta a hacer lo necesario para que UPyD sobreviva en un entorno hostil.

Es inútil cualquier intención de convertir mi decisión de voto en el Congreso Extraordinario en una elección entre amigos y compañeros a los que quiero, admiro y valoro sin condiciones en unas y otras candidaturas, o de pretender que las listas son paquetes de afectos o preferencias, porque no lo son.

Ni voy a seguir comparando listas de agravios, ni a dar carnet de puntos por antigüedad o pureza de sangre. No voy a confundir ni mezclar lealtad con crítica y mucho menos con descrédito. Abomino de la estigmatización como herramienta herrumbrosa que solo produce heridas y trincheras salvajes.

Este sábado 11 de julio no voy a elegir bando. No voy a tomar partido, porque mi partido lo tomé hace siete años y se llama UPyD. Lo que voy a elegir es un tratamiento para salvarlo, una propuesta de plan para que siga vivo, que es lo que me importa. Por lo que trabajo y seguiré trabajando cada día, desde 2008. Como tantísimas otras personas, tan UPyD como yo.