12 Sep Por qué el Dr. Mukwege debería recibir el Premio Sajarov 2014
Hay innumerables razones para admirar al doctor Denis Mukwege, y muchísimas menos ocasiones de las debidas de reconocer su trabajo colosal e inspirador a lo largo de casi treinta años en el hospital Panzi de Kivu, una región devastada por la guerra en la República Democrática del Congo.
El Dr. Mukwege estudió medicina en Burundi, y se especializó en obstetricia y ginecología en Francia. Volvió a Kivu en 1989 con el objetivo de dedicarse a luchar contra las altas tasas de mortalidad en el parto de las mujeres congolesas.
“La primera mujer que traté no era una mujer embarazada. Era una mujer que había sido violada a 500 metros del hospital”.
Desde entonces, el Dr. Mukwege no ha dejado de luchar contra la violencia sobre la mujer. Como cirujano jefe del hospital Panzi, ha tratado con su equipo a cerca de 40.000 mujeres víctimas de violaciones, y es una referencia mundial en el tratamiento y reparación de daños ginecológicos severos.
“Antes que nada, a una mujer violada hay que ayudarla psicológicamente. Es clave para su recuperación física. Solo después procedemos con el tratamiento médico. Lo primero que preguntan es: ¿Dónde voy a ir ahora? ¿Qué voy a hacer? A menudo el rechazo es total. La vulnerabilidad económica: ayudarlas a ser autosuficientes económicamente y reintegrarse en sus comunidades. Luego viene el desafío social: la aceptación…”.
De los 20 pacientes que suele atender el Dr. Mukwege cada día, la mitad sufre problemas de salud y daños debidos a violencia sexual, y son los que suponen el mayor desafío psicológico y quirúrgico. Además del tratamiento médico, a través del hospital y la fundación Panzi los pacientes tienen apoyo psicológico, asesoría legal y ayuda al emprendimiento y la autosuficiencia económica.
“Es una violencia sin nombre. Una violencia completamente deliberada… Los violadores destruyen la vida en su mismo origen. Las mujeres ya no pueden tener hijos. Otras se contagian de SIDA y extienden el virus. Sus maridos se ven humillados. De este modo, los perpetradores destruyen de modo integral a sus enemigos, sus comunidades, las generaciones futuras, sin ni siquiera matar a la mujer…”
La violación como arma de guerra. Destructiva, corrosiva, arrasadora…
“La estrategia de la violación como arma de guerra implica que no solo se viola, sino que también se destruye la comunidad. Son nuestras mujeres quienes llevan África sobre sus hombros. SI se las aparta del acceso al trabajo de la tierra, a las granjas, solo queda el hambre. Destruyendo la fuente de alimentación de la comunidad, se destruye económicamente la comunidad”.
Y el gran problema, el eterno problema, la impunidad, incluso cuando los culpables son identificados. Por ello, el Dr. Mukwege ha viajado por todo el mundo alertando a la comunidad internacional sobre los horrores de la guerra en la zona oriental de la República Democrática del Congo.
“No es un conflicto étnico, sino territorial, sobre recursos minerales: Kivu es una región rica en coltan, esencial para fabricar móviles y portátiles. Sin voluntad política, la situación no cambiará. Y yo no puedo solventar estos problemas subyacentes con mi trabajo”.
A finales de 2012, tras reclamar a las Naciones Unidas la condena unánime de los grupos rebeldes responsables de la violencia sexual y acciones concretas por parte de los países miembros de la ONU para llevarlos ante la justicia, el Dr. Mukwege fue objeto de un intento de asesinato en su casa. No hubo juicio, ningún testigo fue llamado a declarar… El doctor decidió marcharse a Europa con su mujer y sus dos hijas.
Fueron las mujeres congolesas quienes le hicieron volver: protestaron públicamente ante las autoridades por el ataque al doctor, recaudaron dinero para que volviera y le prometieron garantizar su seguridad con grupos de 20 voluntarias patrullando en turnos a lo largo de todo el día. Conmovido por su valor y apoyo, Mukwege regresó en enero de 2013. Multitudes entusiasmadas lo recibieron y acompañaron todo el camino desde el aeropuerto al hospital Panzi, donde vive y trabaja día y noche, siempre acompañado de dos guardaespaldas.
Entre los muchos reconocimientos otorgados al Dr. Mukwege está el UN Human Rights prize (2008), el Olof Palme Prize (2009) y el King Baudouin International Development Prize (2011). En 2013 recibió el Human Rights First Award y el Right Livelihood Award, conocido como el Nobel Alternativo.
La próxima semana, el Parlamento Europeo decidirá en Estrasburgo quiénes son los candidatos al Premio Sajarov 2014. Previamente, los eurodiputados de los grupos políticos conformados en esta legislatura hemos realizado distintas propuestas. En el grupo ALDE se han presentado tres, todas de enorme calado y relevancia: María Corina Machado, encarnación de la lucha por la democracia y la libertad en Venezuela, Ruslana, el rostro y la voz del Maidan de Ucrania, y el Dr. Mukwege.
Ya se las he ido avanzando, pero nada mejor que escuchar de los propios labios del doctor Denis Mukwege las razones por las que, sin ninguna duda, he expresado mi apoyo a su candidatura (presentada por el eurodiputado belga Louis Michel) para el que constituye el máximo reconocimiento europeo «a la libertad de conciencia, a la lucha contra la intolerancia, el fanatismo y la opresión».
Desde la ciencia, la resistencia y la continuidad del trabajo cotidiano, callado y desconocido durante casi tres décadas.
Con la ejemplaridad y el compromiso que inspiran al mundo entero.