07 Dic Beatriz Becerra reivindica la causa justa: el respeto a los DDHH en Venezuela

Mi intervención hoy en el Parlamento Europeo sobre el respeto a los derechos humanos en Venezuela:

Bienvenidos a vuestra casa. Gracias de corazón por el enorme esfuerzo que habéis realizado para venir aquí, a Bruselas, desde todos los rincones de Europa, para reivindicar la causa justa: el respeto a los derechos humanos en Venezuela.

Gracias a Patricia Betancourt, la infatigable, generosa, honesta presidenta de Veneuropa, por imaginar este encuentro y hacerlo posible. Patricia me llamó el 21 de octubre. Yo acababa de hacer una entrevista con la cadena NTN24 en Madrid, en plena calle, denunciando el definitivo autogolpe de Maduro. Cuando me propuso su idea de organizar una gran concentración de venezolanos europeos en Bruselas, en vísperas del Día Internacional de los Derechos Humanos, acepté sin dudarlo. Desde luego como vicepresidenta de la subcomisión de derechos humanos, como miembro de EuroLat y como miembro de la Comisión de Desarrollo y Ayuda Humanitaria de este Parlamento. Pero, sobre todo, como demócrata, y como española que considera hermanos a todos los venezolanos,

Sí, hay quienes nos acusan de hablar demasiado de Venezuela, como si no fuese legítimo denunciar alto y claro la violación de los derechos humanos que allí se produce cada día. Hay quienes creen que solo se debe hablar de Venezuela cuando puede ofrecer algún rédito electoral, o cuando ocurre un suceso excepcional.

Lo que yo creo es que es necesario sacudir despachos y conciencias cada día, como estamos haciendo hoy. Creo que hay que hablar de un régimen que viola los derechos humanos de manera sistemática. Que reprime a los trabajadores, a los sindicalistas, a los estudiantes, a los indígenas; que condena al hambre, a la enfermedad y la desesperación a sus ciudadanos; que cierra, extorsiona y compra medios de comunicación; que encarcela a opositores; y que ha obligado al exilio a más de un millón y medio de venezolanos en los últimos 15 años.

Porque sí, el fracaso integral del chavismo (político, económico, social) es también el culpable de la diáspora venezolana, de la que vosotros formáis parte. Como explica mi querido Tomás Páez, se trata de una emigración hipercualificada. Una verdadera fuga de cerebros, ya que el 90% posee un título universitario. Este Régimen se ha robado el país, a la vez que os ha robado la oportunidad de vivir en vuestra patria expulsando a la generación más preparada.

Mientras estamos en esta conferencia, hay 3 mujeres valientes encadenadas frente al Vaticano para reivindicar la liberación de todos los presos políticos, como los que este domingo iniciaron una huelga de hambre indefinida en el SEBIN. Varios de ellos son europeos, y esto quiero dejarlo claro: Venezuela ES un problema europeo. Los Gobiernos y las instituciones comunitarias tienen que EXIGIR la puesta en libertad de sus ciudadanos. Y también deben contribuir a una salida democrática y constitucional a la actual situación. Mientras en la OEA y ahora en Mercosur, los Gobiernos latinoamericanos están presionando al Gobierno de Venezuela, desde Europa seguimos inmóviles, incluso cuando muchos de los ciudadanos que están sufriendo son nuestros compatriotas.
Para no condenar las violaciones de derechos humanos en un país extranjero, o para no tener una posición firme y contundente que pueda comprometerlos, los Gobiernos nacionales apelan a intereses económicos, cuestiones de seguridad o de “interés nacional”. Pero ésa es una falacia que hay que desmontar.

La Alta Representante de la Unión Europea, Federica Mogherini, afirmó la semana pasada en el Human Rights Forum, “no hay seguridad sin derechos humanos, no hay seguridad sin democracia”. Necesitamos una seguridad sostenible, que requiere a su vez sociedades fuertes y autónomas del Estado, respeto a los derechos humanos, instituciones independientes, una democracia sólida y procesos transparentes. No sólo porque sea justo, no sólo porque se trate de los valores que vertebran Europa, sino por pragmatismo. Por un pragmatismo con principios, eficaz y necesario. Éste es el corazón de la nueva Estrategia Global para la Política Exterior y de Seguridad de la UE. Y nada me gustaría más que escuchar a la Sra. Mogherini aplicarlo de manera expresa a Venezuela.

En los últimos meses se habla sin cesar de diálogo, y desde luego que el diálogo es una vía imprescindible en democracia, pero lo que necesita Venezuela es libertad y garantía de derechos. Todo diálogo debe conducir a la liberación de los presos políticos, a la entrada de ayuda humanitaria y al restablecimiento del orden constitucional y el calendario electoral. Constitución, libertad y elecciones. Lo que cualquier demócrata querría para su país.

Se cumplen 68 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¿Es posible que en pleno siglo XXI todavía se sigan cuestionando? Pues así es. Y no tengo duda de que la politización y las ideologías tienen mucho que ver. Cuando se discuten temas que afectan a Cuba, Nicaragua o Venezuela, por ejemplo, la izquierda europea se niega a condenar las violaciones de derechos humanos y los abusos. Sin embargo, cuando esas mismas vulneraciones suceden en México o Colombia, son los primeros en denunciarlos con toda vehemencia.

Esto explica que un político con escaño como Pablo Iglesias se atreva a referirse a Fidel Castro fue un “referente de la dignidad latinoamericana”. Pues no, Sr. Iglesias. La dignidad latinoamericana la encarnan Leopoldo López, Mitzy Capriles, Antonietta López o Lilian Tintori; la encarnan los estudiantes que protestan en las calles. La encarnáis todos los demócratas que estáis hoy aquí.

Déjenme decirles: a mí me alegra compartir los principios liberales europeos que implican ser coherentes con nuestro mandato y defender los derechos humanos en Europa y en el mundo, sin ataduras ideológicas ni sectarismos.
Actos como el de hoy siempre tienen sentido. Nunca debemos cansarnos de denunciar y desmontar las mentiras, y es una enorme mentira pretender que la causa democrática en Venezuela es una lucha ideológica entre un gobierno de izquierdas y una oposición de derechas. Lo que hay en Venezuela es un Gobierno totalitario e incompetente y una oposición democrática, un régimen que se niega a someterse a la voluntad popular y un pueblo decidido a defender su constitución, sus derechos y su dignidad. Por eso considero que apoyaros debería ser una obligación para todos los demócratas.
Os animo a seguir defendiendo la causa justa: cada día, en cada ciudad, en cada país, en cada espacio público, con la seguridad de que, con la ayuda de todos nosotros, algún día volveréis a vuestra patria para levantar y construir una nueva Venezuela con el orgullo de haber formado parte de esta lucha democrática común.
Muchísimas gracias.