Mujeres contra la radicalización

Mujeres contra la radicalización

19 Sep Mujeres contra la radicalización

Artículo publicado en Diario Vasco el 18/09/2016

Cuando DAESH logró controlar una parte del territorio de Siria e Irak no sólo alcanzó un triunfo militar y el acceso a grandes recursos: también ganó un lugar en el que llevar a la práctica su utopía de pesadilla. Mientras tratan de extender el terror por todo el planeta, nos muestran a todos lo que desean para nosotros. Su modelo de sociedad no es un proyecto: ya existe. No hay excusa de ignorancia o duda para decidir que tenemos que defendernos activamente de ello.

Su propaganda muestra un mundo eminentemente masculino, con yihadistas barbudos amenazantes y armados hasta las cejas. Pero, como proyecto totalitario de sociedad, DAESH necesita y utiliza a las mujeres. En contadas ocasiones las usa como terroristas, pero siempre como esclavas, esposas y madres de los hijos que deben perpetuar el Califato. Porque la piedra angular de su entramado militar son los guerreros de la yihad. Y un recluta o combatiente no alcanza estatus de guerrero si no tiene mujer. O mujeres. Si desactiváramos el suministro de mujeres a DAESH, su paraíso integrista se desmoronaría.

En contra de falsas creencias, el contenido de su propaganda no es esencialmente distinto si lo destinan a hombres o a mujeres. La misma oferta de identidad, de pertenencia, de sentido colectivo. Las mismas promesas de misión, protagonismo, heroicidad, dirigidos a jóvenes de entornos empobrecidos, frustrados ante la falta de perspectivas y alienados de una sociedad que promete una cosa y da otra muy distinta. La propaganda reclutadora de mujeres jóvenes suele incluir además una invitación a liberarse de la obsesión por la propia imagen, algo que muchas europeas viven como una condena.

Naturalmente, todo son falacias, y lo único que DAESH puede ofrecer a las mujeres es esclavitud. Por este motivo, cuando una joven educada en Europa lo deja todo para viajar al territorio controlado por los terroristas para convertirse en poco más que un objeto sexual privado de todo tipo de derechos, para llevar una vida tan alejada de los valores de igualdad, justicia y libertad, lo que se produce, además de un aumento de la amenaza yihadista, es un inmenso fracaso político.

La radicalización es un proceso, y los procesos constan de fases, con sus características, señales y alertas.  Si compartimos el conocimiento de cómo evolucionan, podemos intervenir, y cuanto antes intervengamos, antes se detiene ese proceso. Y lo podemos prevenir. Por tanto, la lucha contra la radicalización en Europa tiene una doble dimensión: debe ser un pilar operativo de la lucha antiterrorista y también un compromiso político y social, que sólo puede tener éxito con esfuerzo común, consenso y más igualdad. Más igualdad social que permita superar a tantos jóvenes una insoportable sensación de exclusión. Y más igualdad de género, que los lleve a detectar y rechazar los cantos de sirena de una organización que desprecia a las mujeres.

Centrar en las mujeres los esfuerzos contra la radicalización ofrece objetivamente grandes réditos. Además de lo señalado antes, las hermanas, novias y, sobre todo, las madres, son en muchas ocasiones el último asidero contra la radicalización de los jóvenes. El objetivo de cualquier secta u organización totalitaria o extremistas es dinamitar los lazos del individuo con la sociedad. Y, en la inmensa mayoría de los casos de radicalización violenta, la madre es ese último nexo. Así lo entiende “Mothers for life”, que ofrece apoyo y herramientas a quienes asisten con horror al proceso de radicalización de un allegado. Su fundadora, Christianne Boudreau, vivió en carne propia la pérdida progresiva de su hijo, hasta que se marchó a Siria y murió allí. Y así lo confirman instituciones académicas como la Quilliam Foundation o el German Institute on Radicalization and De-Radicalization Studies (GIRDS).

Existen pues las bases académicas, las iniciativas y la voluntad de muchas personas de implicarse en esta causa. Pero nos falta coordinación e impulso institucional para crear una verdadera política europea contra la radicalización, que sistematice, comparta y replique los casos de éxito y la experiencia acumulada de multitud de personas, organizaciones y ayuntamientos. Éste es el propósito del proyecto piloto que estoy impulsando desde el Parlamento Europeo, del que forma parte AWARE (Alliance of Women Against Radicalisation and Extremism). Se trata de la primera red de mujeres contra la radicalización, que a través de la plataforma online EUaware.eu, pretende no solo concienciar, sino compartir experiencias y servir de referencia y de punto de encuentro para todas las personas, organizaciones, entidades y medios de comunicación que quieran contribuir a la prevención de la radicalización en Europa. Con las mujeres como agentes esenciales de esta lucha imprescindible en la que no sólo nos va la seguridad y la vida, sino la pervivencia de los derechos y las libertades de las que nos hemos dotado.

Beatriz Becerra Basterrechea

Vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo