De qué hablamos cuando hablamos de igualdad

16 Ago De qué hablamos cuando hablamos de igualdad

En este agosto atípico, al lado o por debajo de esas olas de efímera actualidad que rompen de pronto y te dejan chorreando pero se van con las mismas, he encontrado algunas conchas preciosas. Al menos me han hecho pensar. Informaciones que aparentemente no tienen vínculo entre sí, aunque yo, rarita que soy, sí se lo veo.

Para mí, todas susurran a gritos acerca de una certeza común: la paradoja de la igualdad.

Los hombres no son iguales que las mujeres. Los niños no son iguales que las niñas. Los ancianos no son iguales que las ancianas.

Y, sin embargo, igualdad o nada.

Me explico.

Empezaré por el culebrón de Madrid. En medio del sainete de los candidatos del PSOE para las próximas elecciones autonómicas y locales, me topé con el informe sobre impacto de la Ley 3/2007 para la Igualdad efectiva en las Elecciones Locales 2007, disponible en la página web del Ministerio del Interior. Este documento asegura que, en esa primera cita electoral en la que fue de aplicación dicha ley, se logró el objetivo de aplicación flexible de la misma: presencia de los dos sexos no inferior al 40% en cada tramo de 5 puestos de las listas electorales.

En grandes números, los concejales elegidos alcanzaron de media la proporción de 60% hombres-40% mujeres. No obstante, si de alcaldías hablamos, resulta que la proporción alcaldes-alcaldesas pasa a un discreto 85%-15%. Dado que sólo pueden ser candidatos a alcalde los concejales que encabecen sus correspondientes listas electorales en las elecciones locales, cabe concluir que ese reparto flexible en tramos de 5 relega de facto a las mujeres a puestos menos comprometidos.

Si nos fijamos en la Comunidad de Madrid, los datos resultan cuando menos llamativos:

Mujeres concejales: 45,9% PSOE, 43,9% PP, 36,5% IU.

Alcaldesas: 20%, por encima de la media de España (36 sobre un total de 179 municipios).

Pero, de esas 36 alcaldesas madrileñas, el 86% (31) son del PP, y sólo el 2,8% (1) son PSOE. Lo que significa que el 28,4% de los 109 municipios regidos por PP están a cargo de alcaldesas, y que el 2,8% de los 36 municipios regidos por PSOE están a cargo de alcaldesas. Sólo manteniendo el 15% de media nacional de alcaldesas, debería haber al menos 5-6 mujeres dirigiendo los consistorios del PSOE.

Chocante realidad cuando hablamos de abanderados de la cuota. Bueno. Menos mal que luego Zapatero lo arregló con su elenco de ministras de cuota y glamour.

Progresía de galería, sin duda. Y, sin embargo, igualdad o nada.

Continúo con otra noticia. Un estudio realizado recientemente en EE.UU. asegura que las niñas se hacen mujeres cada vez más pronto: incluso con siete u ocho años, sea cuál sea su perfil racial. Hasta hace poco se consideraba que la edad media para entrar en la pubertad estaba entre los doce y trece años, aunque se daba por hecho que las niñas hispanas y negras se desarrollaban antes. Publicado en la prestigiosa revista «Pediatrics», y recogido en «The New York Times» y «Los Angeles Times», este estudio se basa en los exámenes realizados a 1.239 niñas de distintos entornos de Manhattan, Cincinnatti y California: un 30% blancas, otro 30% hispanas y otro 35% negras o afroamericanas, además de un 5% de asiáticas.

Parece que la única causa que los médicos consideran determinante es el sobrepeso: un acelerador de este acortamiento de la infancia y el consiguiente incremento de posibilidades de padecer desarreglos que supone la pubertad precoz. También apuntan a la posible exposición excesiva a agentes químicos que reproducen los efectos de estrógenos y otras hormonas sexuales… ¿una suerte de niñas-mutantes?

Si esta tendencia continúa y las fronteras se desplazan, habrá que aprender a normalizarlo. Tendremos que pensar en cómo afrontar adolescencias cada vez más inmediatas y emocionalmente inmaduras; los efectos en y de una sociedad sexualizada en extremo; niñas que parecen mujeres cuando acaban de empezar la primaria. Mujeres más tempranas, en fin… ¿Estamos preparados?

Igualdad o nada.

Otra información, no por previsible menos demoledora, afirma que los españoles envejecen a un ritmo tan acelerado como crecen sus índices de soledad. En 2007, España ya era uno de los países más envejecidos del mundo, con más de 7 millones de personas mayores de 65 años (17% de la población). Según proyecta el Instituto Nacional de Estadística, esta cifra se duplicará en 2050: los mayores superarán los 16 millones. Es decir, un 33%.

Pero envejecer es vivir. Es un privilegio de las sociedades desarrolladas. Acusar a la longevidad del déficit en la seguridad social es una reacción hipócrita e injusta: si queremos vivir muchos años, no podemos luego decir que es un problema. El gasto de España en pensiones y servicios sociales y sanitarios a la población mayor está por debajo de la media europea. Y ya hay cerca de 2 millones de mayores de 80 años.

Por otro lado, el desarrollo tecnológico y los constantes cambios sociales propios de la modernidad, como la llegada de la TDT o el uso de ordenadores y móviles, son potentes generadores de exclusión entre la población mayor, e influyen en su deterioro emocional. Ha desaparecido lo que era propio de su tiempo. Ahora la realidad es otra. Ni siquiera les vale ya el mando a distancia la que habían llegado a acostumbrarse. El no utilizar herramientas masivas de comunicación como el móvil o Internet les produce igualmente extrañamiento: un sentimiento de haberse quedado en la cuneta. Y la soledad, ese pesar que se siente por la ausencia de alguien, por las pérdidas sucesivas de personas, capacidades, estatus, es inherente a la vejez.

Las mujeres, además, son estadísticamente más longevas. Las que cargan mayoritariamente con el peso de la dependencia. También las que menos recursos económicos tienen. Esa es, queramos o no, la realidad de la que somos responsables y que tenemos que afrontar.

Igualdad o nada.

Hoy se han sumado dos informaciones más a esta reflexión.

Los policías no son iguales que las policías. Si eres una mujer policía en la frontera de Melilla con Marruecos, marroquíes amotinados pueden insultarte, amenazarte de muerte, vejarte públicamente o reventarte el oído de un tortazo. Y sabes que puedes contar con que el Presidente de tu país recortará los efectivos antidisturbios, e incluso con que tu Rey llamará al Rey de los agresores para disculparse… por un comportamiento inconcebiblemente machista y denigrante.

No olvidemos tampoco que los funcionarios autonómicos y locales no son iguales que los funcionarios de la Administración central. Policías, guardias civiles, bomberos, maestros, administrativos, médicos, enfermeros: la brecha puede alcanzar el 72%…

Por eso, porque la realidad es tozuda, porque la responsabilidad más sagrada de la democracia es garantizarla y preservarla… igualdad o nada.